lunes, 14 de febrero de 2011

Inflación e IGV: ¿cómo lo afectan?

Fuente: Diario El Comercio (Perú)
12-2-11

Muchos economistas coinciden en que los peruanos quedamos vacunados contra la inflación luego de sufrir las terribles y cotidianas alzas de precios (hiperinflación) de la segunda mitad del primer gobierno de Alan García. Por decir lo menos, los peruanos, como en otros países de la región, tenemos una sensibilidad particular a la subida de los precios.


En los últimos meses, el Banco Central de Reserva (BCR) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) han insistido en que la inflación no sería un problema este año. “Se trata de choques de oferta externos que nada tienen que ver con las medidas adoptadas en el Perú y en enero subieron los precios solo 0,39%”, sostienen. Pero, para las amas de casa que compran víveres a diario para alimentar a sus familias, tal afirmación suena a retórica vacía porque con los S/.15 o S/.20 que llevan al mercado compran cada vez menos cosas.

¿Pero qué es la inflación? Un índice que mide el comportamiento de los precios, pero también un fenómeno económico, un producto de la propia actividad. La dinámica económica supone, de por sí, que los precios vayan subiendo a medida que esta se expande. ¿Por qué? Simple: la oferta y la demanda nunca están perfectamente calzadas, por tanto, cuando el ciclo económico es positivo –hay crecimiento– la segunda sigue a la primera. En cristiano, cuando la economía crece, aumenta el ingreso por persona y eso impulsa la demanda. Ello hace que, por momentos, la oferta sea insuficiente, pero también, como explica el socio de MR Consulting Martín Reaño, ello permite a los vendedores elevar sus precios, lo que, a fin de cuentas, es un incentivo para producir.

EJEMPLO FÁCIL

Por ejemplo, si usted produce 1.000 panes por día y de pronto se da cuenta de que cada vez se acaban más rápido y hay clientes a los que no tiene qué venderles, usted puede hacer dos cosas:

Subir el precio del pan: pues le seguirán comprando de todos modos (lo que tal vez rebaje la demanda a 1.000 panes otra vez, pero con una ganancia mayor). O puede incrementar su producción para satisfacer la nueva demanda y empezar a producir 1.500 panes.

Difícilmente, podrá llevar a cabo la ley del menor esfuerzo, pues es posible que a una cuadra a la redonda haya otras panaderías que compiten con la suya y tienen el mismo problema de producción insuficiente.

Entonces, pensando que ellos limitarán su esfuerzo a elevar sus precios, corre al proveedor de insumos a pedirle 50% más harina para producir más pan y hacerse de la demanda que ellos no satisfagan. Pero cuando llega, encuentra a sus competidores haciendo cola: todos pensaron lo mismo.

El proveedor de harina también tiene problemas para atender la mayor demanda, pero él debe pedirle más trigo al importador, pues este no se produce donde ustedes viven.

En el mercado internacional, todo está carísimo porque todo el mundo está comprando más pan. Al final, no hay más remedio que incrementar los precios, pero de manera moderada, pues gracias a la competencia cualquiera que se salga del rango de tolerancia de los compradores se saldrá del mercado. La demanda genera una ligera escasez y lo escaso incrementa su precio. Misterio resuelto.


¿Y EL IGV?

Desde el 2003 el Impuesto General a las Ventas (IGV)pasó de 18% a 19% provisionalmente, pero como con todo ingreso adicional que reciben las arcas del Estado, este rara vez puede ser revertido. Hasta la semana que pasó, en que sorpresivamente el MEF anunció que la tasa vuelve a 18%.

El IGV grava todas las transacciones comerciales o ventas de bienes y servicios, salvo pequeños grupos exonerados por temas de interés social como algunos alimentos de primera necesidad (el pan francés, por ejemplo, no está afecto al IGV).

Ahora, usted se preguntará: ¿Cómo me afecta eso a mí? Pues no tanto como a usted le gustaría ni como para que haga la diferencia para usted y mucho menos como al presidente Alan García le gusta tanto repetir.

De hecho, para el Instituto Peruano de Economía (IPE), la medida no es técnicamente correcta ni tendrá el impacto que dice el presidente, beneficiará más a las familias con más ingresos que consumen más bienes gravados con el IGV que a las familias de menores recursos que dedican la mayor parte de su ingreso a comprar bienes exonerados de ese impuesto como lo están, como decíamos, algunos alimentos.

“Podemos calcular [muy conservadoramente] cuánto más se beneficiará una familia de altos ingresos que una familia de bajos ingresos con la reducción del IGV. En promedio, una familia de altos ingresos ahorrará S/.547 al año, mientras que una familia de bajos ingresos ahorraría solo S/.50 al año. Una proporción de 11 a 1 en el ahorro”, afirma el IPE. Agrega que “bajar impuestos que afectan a casi todos siempre es popular. Por eso es una medida favorita de todo tipo de populistas [...] los verdaderos costos y los verdaderos beneficiarios rara vez se entienden y menos se discuten. La reducción del IGV, sin medidas fiscales que lo hagan parte de una estrategia de reestructuración fiscal, es populismo puro”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

VISITAS